sábado, 4 de abril de 2015

Las etnias chinas

¿Cuántas etnias existen en China?

Uno de los aspectos que más me han impresionado de China es que en ella conviven 56 diferentes grupos étnicos (民族) y, sobre todo, que sólo uno de ellos – la etnia Han – representa el 92% de la población.
La etnia Han no es sólo la etnia más numerosa de China, sino también del mundo entero y, dentro del país, muchos chinos aún hoy en día siguen utilizando la expresión “persona han” (汉人) para identificar a sí mismos aunque la mayoría de la gente considere la expresión “persona china” (中国人) como más correcta. La etnia Han, por lo tanto, correspondería a la etnia china por excelencia y, de hecho, el término más difuso para indicar el nombre del idioma chino es 汉语: es en la escritura que podemos encontrar la identidad étnica.

Las etnias más importantes y numerosas, después de la Han, son: la etnia Hakka (o Kejia), que a menudo se considera como parte de la etnia Han, la etnia Zhuang, la etnia Manchú, la etnia Hui, la etnia Miao, la etnia Uigur, la etnia Tujia, la etnia Yi, la etnia Mongola y la Tibetana.

La Ley China establece que cada etnia tiene derecho a desarrollar su propia cultura y su propio lenguaje, por lo que podríamos afirmar que el Gobierno Chino respeta el principio de autodeterminación de los pueblos. Sin embargo, algunas de dichas etnias, (sobre todo los Uigurs y los Tibetanos) desde que el Partido Comunista tomó el poder en 1949, siguen enfrentándose con el gobierno central y su política que en la realidad no tutela sus necesidades. No hablamos sólo de desacuerdos entre diferentes partes políticas sino de una verdadera lucha que se lleva a cabo a través de cualquier tipo de medio, también a través de la violencia.
Los Uigurs son una población de religión musulmana que se halla en la parte occidental de China, en la región de Xinjiang que linda con Kirguistán, Kazajstán y Afganistán, donde también se encuentran algunas comunidades uiguras. El choque más grande que hubo fue entre los grupos separatistas que se oponen a la “preponderancia cultural” impuesta por el Partido y el Gobierno mismo, choque que se conoce como “Disturbios de Urumchi”, que tuvieron lugar en la capital de Xinjiang en julio de 2009.


Los Tibetanos, en cambio, fueron invadidos después del 1 de octubre de 1949 por las tropas comunistas que ocuparon la zona del Kham occidental. En 1951 se estipuló un acuerdo entre los representantes de Pekín y los de Lhasa, según el cual los tibetanos reconocían la soberanía china y permitían a algunas tropas comunistas de quedarse en su territorio, mientras que los comunistas se empeñaban a no ocupar el resto del país y a dejar en manos de los tibetanos la política interior. Sin embargo, muy pronto, el acuerdo fue rechazado por ambas partes. En 1959 el pueblo de Lhasa llevó a cabo una rebelión contra las violencias y las intolerancias del ejército, rebelión que fue reprimida de manera sangrienta. Tibet fue dividido y parte de sus territorios fueron entregados a las provincias de Qinhai, Gansu, Sichuan y Yunnan. Lo que quedó de su territorio en 1964 se convirtió en Región Autónoma de Tibet. Desde entonces, el Dalai Lama nunca ha vuelto a Tibet y aún hoy en día sigue exiliado a Dharamsala en India y sigue organizando conferencias y encuentros internacionales.


Apuntes de viaje

Mi experiencia personal, sin embargo, no tiene nada que ver con estas etnias que os acabo de presentar brevemente. Sólo quería daros a conocer parte de un asunto que considero central en las relaciones interiores de China.

El año pasado tuve la oportunidad de participar a un viaje de un mes a China con mi profesora de chino en Italia, Sabrina Ardizzoni, y con 12 compañeros más de mi curso. El viaje tenía como objetivo el de visitar las zonas clave de la China contemporánea y de empezar una reflexión común y compartida sobre los que nos parecían los problemas irresueltos de este grande país. Nuestro itinerario empezó en Hong Kong, siguió en la ciudad de Shenzhen (la primera Zona Económica Especial, nacida con la llegada de Deng Xiaoping y del capitalismo de estado) y luego en las campos de Fujian, en los pueblos de la etnia Hakka, para acabar en la ciudad de Xiamen, en la que estuvimos dos semanas haciendo un curso de lengua.

Probablemente me he interesado a las etnias porque he tenido la posibilidad de constatar cuánto efectivamente sean diferentes entre ellas y de profundizar este interés con otras personas que vivían mi misma curiosidad. Lo que quiero hacer, por lo tanto, es enseñaros un poco de lo que he conocido de la población Hakka.

Los Hakka (客家) son considerados de diferentes antropólogos o como un grupo étnico autónomo, o como un grupo étnico perteneciente a los Han; la verdad es que se diferencian mucho los unos de los otros. En la actualidad, la mayoría de los hakkas residen en las provincias chinas de Guangdong, Guangxi y Fujian, aunque los históricos han afirmado que sus territorios originarios debían de ser los de Henan, Shanxi y Hubei: su historia es, de hecho, una larga historia de migraciones del norte hacia el sur, donde se han establecido finalmente, empezadas a partir del periodo de la dinastía Qin. Los Hakka tienen un idioma propio que pertenece al grupo de los idiomas sino-tibetanos. Los cultos religiosos son parecidos a los de los Han, ya que la veneración de los antepasados es su principal forma religiosa. La cocina, en cambio, se parece a la cocina típica del Sur, de Fujian y Guangdong, o sea una cocina bastante picante en la que se come todo tipo de animal o bicho, en la que se prefiere cocer la comida al vapor y en la que la sopa sigue teniendo un papel importante.
Durante nuestra estancia en el pueblo de Hukeng, en los campos de Fujian, tuvimos la posibilidad de entrar en contacto con estas personas y de vivir en su edificio típico: el tulou (土楼), que literalmente significa “edificio de tierra”. El tulou nació como estructura defensiva: de hecho se puede observar que tiene paredes altísimas en las que se encuentran muy pocas ventanillas en la parte más alta. Su planta puede ser circular o cuadrada y, después de entrar por un enorme portal, a menudo de madera, se llega a un patio interior en el que generalmente se encuentra un templo para la veneración de los antepasados y que funciona como lugar público y de socialización. Un tulou se compone de cuatro o cinco pisos: en el primero se encuentran las cocinas de cada familia, al segundo los almacenes y al tercer, al cuarto y al quinto las habitaciones. Los pisos se componen de largos pasillos desde los que se puede acceder a las habitaciones, desde cada pasillo es posible asomarse al patio interior; puede albergar hasta 80 familias. Los tulou de Fujian resultan haber sido edificados entre los siglos XII y XX y se encuentran en una zona que ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad a partir de 2008.
En estas estructuras, la etnia Hakka vive de manera comunitaria. Cada individuo y cada familia aportan su propia participación a la construcción de un ambiente en el que cada uno ayuda al otro. Lo que más me ha impresionado en absoluto de esa gente es su humildad, su hospitalidad y su sencillez. Son personas que no necesitan más de lo que la tierra les da y logran vivir bien así. Cuando me lo pienso, me pregunto cómo sea posible que los occidentales necesitemos de tantas cosas inútiles, de tantos objetos, mientras hay gente en el mundo que puede vivir, ser feliz, charlar, descubrir, compartir con nada más que un techo y un trozo de pan. Vivir en un tulou, para mí, ha significado experimentar vivir de otra manera. Pero no como puede ser simplemente ir a visitar una ciudad extranjera y vivir en la habitación de un hotel, sino vivir yendo más allá de las convicciones occidentales, acostumbrando nuestro cerebro a borrar los esquemas mentales que ya tenemos fijos y a crear nuevos.








 Giulia Di Filippo

2 comentarios:

  1. Giulia, ha sido una entrada maravillosa. La cultura hakka siempre me ha llamado mucho la atención, así que he disfrutado mucho de tus comentarios personales sobre tu experiencia conviviendo con ellos. Ánimo para la siguiente entrada, a ver si es igual de interesante que esta.

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  2. que linda entrada, voy conociendo la etnia de quien amo, y no me imaginaba la bella historia que se escondía detrás; más aún en palabras tan humildes y decidoras, puedo palpar aquello de lo que hablas, de esa sencillez, de esa humildad y felicidad llenadora, que proviene de lo simple.
    informativo, y bonito, muchas gracias!

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