¿Cuántas etnias existen en China?
Uno de los aspectos que más me han impresionado
de China es que en ella conviven 56 diferentes
grupos étnicos (民族) y, sobre todo, que sólo uno de ellos – la etnia Han – representa el 92%
de la población.
La etnia Han no es sólo la etnia más numerosa de China, sino también del
mundo entero y, dentro del país, muchos chinos aún hoy en día siguen utilizando
la expresión “persona han” (汉人) para identificar a sí
mismos aunque la mayoría de la gente considere la expresión “persona china” (中国人) como más correcta.
La etnia Han, por lo tanto, correspondería a la etnia china por excelencia y,
de hecho, el término más difuso para indicar el nombre del idioma chino es 汉语: es en la escritura
que podemos encontrar la identidad étnica.
Las etnias más importantes y numerosas,
después de la Han, son: la etnia Hakka (o Kejia), que a menudo se considera
como parte de la etnia Han, la etnia Zhuang, la etnia Manchú, la etnia Hui, la
etnia Miao, la etnia Uigur, la etnia Tujia, la etnia Yi, la etnia Mongola y la
Tibetana.
La Ley China establece que cada etnia tiene derecho a desarrollar su
propia cultura y su propio lenguaje, por lo que podríamos afirmar que el
Gobierno Chino respeta el principio de autodeterminación de los pueblos. Sin
embargo, algunas de dichas etnias, (sobre todo los Uigurs y los Tibetanos) desde
que el Partido Comunista tomó el poder en 1949, siguen enfrentándose con el
gobierno central y su política que en la realidad no tutela sus necesidades. No
hablamos sólo de desacuerdos entre diferentes partes políticas sino de una
verdadera lucha que se lleva a cabo a través de cualquier tipo de medio, también
a través de la violencia.
Los Uigurs son una población de
religión musulmana que se halla en la parte occidental de China, en la región
de Xinjiang que linda con Kirguistán, Kazajstán y Afganistán, donde también se
encuentran algunas comunidades uiguras. El choque más grande que hubo fue entre
los grupos separatistas que se oponen a la “preponderancia cultural” impuesta
por el Partido y el Gobierno mismo, choque que se conoce como “Disturbios de
Urumchi”, que tuvieron lugar en la capital de Xinjiang en julio de 2009.
Los Tibetanos, en cambio, fueron
invadidos después del 1 de octubre de 1949 por las tropas comunistas que
ocuparon la zona del Kham occidental. En 1951 se estipuló un acuerdo entre los
representantes de Pekín y los de Lhasa, según el cual los tibetanos reconocían
la soberanía china y permitían a algunas tropas comunistas de quedarse en su
territorio, mientras que los comunistas se empeñaban a no ocupar el resto del
país y a dejar en manos de los tibetanos la política interior. Sin embargo, muy
pronto, el acuerdo fue rechazado por ambas partes. En 1959 el pueblo de
Lhasa llevó a cabo una rebelión contra las violencias y las intolerancias del
ejército, rebelión que fue reprimida de manera sangrienta. Tibet fue dividido y
parte de sus territorios fueron entregados a las provincias de Qinhai, Gansu,
Sichuan y Yunnan. Lo que quedó de su territorio en 1964 se convirtió en Región
Autónoma de Tibet. Desde entonces, el Dalai Lama nunca ha vuelto a Tibet y aún
hoy en día sigue exiliado a Dharamsala en India y sigue organizando
conferencias y encuentros internacionales.
Apuntes
de viaje
Mi experiencia personal, sin embargo, no
tiene nada que ver con estas etnias que os acabo de presentar brevemente. Sólo
quería daros a conocer parte de un asunto que considero central en las
relaciones interiores de China.
El año pasado tuve la oportunidad de
participar a un viaje de un mes a China con mi profesora de chino en Italia,
Sabrina Ardizzoni, y con 12 compañeros más de mi curso. El viaje tenía como
objetivo el de visitar las zonas clave de la China contemporánea y de empezar
una reflexión común y compartida sobre los que nos parecían los problemas
irresueltos de este grande país. Nuestro itinerario empezó en Hong Kong, siguió
en la ciudad de Shenzhen (la primera Zona Económica Especial, nacida con la
llegada de Deng Xiaoping y del capitalismo de estado) y luego en las campos de
Fujian, en los pueblos de la etnia Hakka, para acabar en la ciudad de Xiamen,
en la que estuvimos dos semanas haciendo un curso de lengua.
Probablemente me he interesado a las
etnias porque he tenido la posibilidad de constatar cuánto efectivamente sean
diferentes entre ellas y de profundizar este interés con otras personas que vivían mi misma
curiosidad. Lo que quiero hacer, por lo tanto, es enseñaros un poco de lo que
he conocido de la población Hakka.
Los Hakka
(客家) son considerados de diferentes antropólogos o como un grupo étnico autónomo, o como
un grupo étnico perteneciente a los Han; la verdad es que se diferencian mucho
los unos de los otros. En la actualidad, la mayoría de los hakkas residen en
las provincias chinas de Guangdong, Guangxi y Fujian, aunque los históricos han
afirmado que sus territorios originarios debían de ser los de Henan, Shanxi y
Hubei: su historia es, de hecho, una larga historia de migraciones del norte
hacia el sur, donde se han establecido finalmente, empezadas a partir del
periodo de la dinastía Qin. Los Hakka tienen un idioma propio que pertenece al
grupo de los idiomas sino-tibetanos. Los cultos religiosos son parecidos a los
de los Han, ya que la veneración de los antepasados es su principal forma
religiosa. La cocina, en cambio, se parece a la cocina típica del Sur, de
Fujian y Guangdong, o sea una cocina bastante picante en la que se come todo
tipo de animal o bicho, en la que se prefiere cocer la comida al vapor y en la
que la sopa sigue teniendo un papel importante.
Durante nuestra estancia en el pueblo de Hukeng, en los campos de Fujian, tuvimos
la posibilidad de entrar en contacto con estas personas y de vivir en su edificio típico: el tulou (土楼), que literalmente significa “edificio de
tierra”. El tulou nació como estructura defensiva: de hecho se puede observar que tiene paredes
altísimas en las que se encuentran muy pocas ventanillas en la parte más alta. Su
planta puede ser circular o cuadrada y, después de entrar por un enorme portal,
a menudo de madera, se llega a un patio interior en el que generalmente se
encuentra un templo para la veneración de los antepasados y que funciona como
lugar público y de socialización. Un tulou se compone de cuatro o cinco pisos:
en el primero se encuentran las cocinas de cada familia, al segundo los
almacenes y al tercer, al cuarto y al quinto las habitaciones. Los pisos se
componen de largos pasillos desde los que se puede acceder a las habitaciones,
desde cada pasillo es posible asomarse al patio interior; puede albergar hasta
80 familias. Los tulou de Fujian resultan haber sido edificados entre los
siglos XII y XX y se encuentran en una zona que ha sido declarada Patrimonio de
la Humanidad a partir de 2008.
En estas estructuras, la etnia Hakka vive de manera comunitaria. Cada
individuo y cada familia aportan su propia participación a la construcción de
un ambiente en el que cada uno ayuda al otro. Lo que más me ha impresionado en
absoluto de esa gente es su humildad, su hospitalidad y su sencillez. Son
personas que no necesitan más de lo que la tierra les da y logran vivir bien
así. Cuando me lo pienso, me pregunto cómo sea posible que los occidentales
necesitemos de tantas cosas inútiles, de tantos objetos, mientras hay gente en
el mundo que puede vivir, ser feliz, charlar, descubrir, compartir con nada más
que un techo y un trozo de pan. Vivir en un tulou, para mí, ha significado
experimentar vivir de otra manera. Pero no como puede ser simplemente ir a
visitar una ciudad extranjera y vivir en la habitación de un hotel, sino vivir
yendo más allá de las convicciones occidentales, acostumbrando nuestro cerebro
a borrar los esquemas mentales que ya tenemos fijos y a crear nuevos.
Giulia Di Filippo
Giulia, ha sido una entrada maravillosa. La cultura hakka siempre me ha llamado mucho la atención, así que he disfrutado mucho de tus comentarios personales sobre tu experiencia conviviendo con ellos. Ánimo para la siguiente entrada, a ver si es igual de interesante que esta.
ResponderEliminarque linda entrada, voy conociendo la etnia de quien amo, y no me imaginaba la bella historia que se escondía detrás; más aún en palabras tan humildes y decidoras, puedo palpar aquello de lo que hablas, de esa sencillez, de esa humildad y felicidad llenadora, que proviene de lo simple.
ResponderEliminarinformativo, y bonito, muchas gracias!